Nieve roja by Bárbara Padrón Santana

Nieve roja by Bárbara Padrón Santana

autor:Bárbara Padrón Santana
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2016-10-11T22:00:00+00:00


Ethan llegó a la casa y al primer sitio donde decidió ir fue al sótano. Allí vio a Selena intentando quitarse la cadena con todas sus fuerzas. El joven se cruzó de brazos y la observó.

—No vas a lograr quitártela.

Ella lo miró y se incorporó.

—¿Por qué quieres humillarme?

—Lo que quiero es que sufras.

Ella apartó la mirada.

—Yo te amaba, Ethan.

—Pero yo no, asúmelo de una vez.

La joven intentó contener las lágrimas ante el duro golpe a su corazón de aquella declaración. Luego bajó la mirada y dijo en un tono bajo:

—¿Podría ir al baño?

Ethan sacó la llave de debajo del cuello de su camiseta ya que la llevaba en una cadena y se acercó para quitarle el candado.

Selena tembló al notar el roce de su piel, pero cuando se vio libre de la cadena, empujó a Ethan que cayó al suelo y salió corriendo de allí. Ella subió las escaleras sin mirar atrás y cuando llegó al piso superior corrió por el pasillo buscando la salida, pero alguien la agarró de un brazo para luego estamparla contra la pared.

Ella gimió al golpear la espalda y se asustó cuando tuvo a Ethan, visiblemente enfadado, tan cerca de su rostro. Le agarró el rostro con fuerza.

—Jamás vuelvas a hacer una tontería como esta, Selena, no me busques porque me vas a encontrar.

—Si con eso consigo acabar con todo esto, lo haré las veces que haga falta —le provocó. Ella no sabía cuánto tiempo podría aguantar allí encerrada sin acabar volviéndose loca—. Acaba de una vez con mi vida. ¡Hazlo!

Selena le agarró la mano y lo arañó con las uñas, provocándolo.

—¿Sabes por qué no te he matado ya? Porque quiero que tu hermano venga a buscarte y te vea morir, como yo vi morir a mi madre. Ese maldito cazador vendrá a buscarte tarde o temprano.

—Si no acabas pronto con esto, yo misma buscaré la forma de matarme.

—No me obligues a mantenerte sedada todo el tiempo, Selena, te lo advierto.

—Tan solo dime, Ethan. ¿De verdad no has sentido nada por mí en este tiempo? ¿No te duele el pecho con esta traición como me duele a mí? Esto que estás haciendo me está matando en vida, de nada sirve que me mantengas hasta que venga mi hermano. Ya estoy muerta, así que si quieres que Richard esté presente en mi muerte, llámalo, como mi profesor tienes todos mis datos y entre ellos figuran los números de teléfono de mi casa y de mi hermano. Vamos, llámalo.

El joven se apartó unos centímetros sin dejar de mirarla a los ojos y, movido por un impulso, volvió a acercarse y besó a Selena con dureza.

Ella se dejó besar y las lágrimas que escaparon de sus ojos cerrados se mezclaron con el dulce sabor de los labios del único hombre al que podría amar y que le estaba destrozando la vida. Quiso pasar los brazos alrededor de su cuello, pero él se lo impidió agarrándole las manos a ambos lados de su cabeza contra la pared.

Finalmente, él se apartó y se miraron a los ojos.



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